Este año tenía la intención de escribir en mi página no solo eventos o anuncios referidos a mi actividad educativa de cursos, publicaciones y colaboraciones, sino también ofrecer algunas reflexiones personales sobre cuestiones educativas… y sobre todo humanas.
Pero tenía que esperar unos días para escribir sobre este tema porque no quería «aguar la fiesta a nadie». Así que, aunque litúrgicamente la Navidad dura hasta el domingo, para la mayoría termina con el día de los Reyes Magos y la vuelta al cole… a la normalidad.
La entrada lo dice todo ¿de verdad nos gusta la Navidad? La experiencia que tengo es que es complicado encontrar a alguien que supere los 30 años que le gusten estas fiestas. Como me decía una señora el otro día… «La Navidad es para los niños y para la juventud«.
Lo cierto es que en mi entorno no le gusta la Navidad a casi nadie y unos días antes del sorteo de la lotería, que marca el inicio de estas jornadas, mucha gente me dice que está deseando que pasen estos días y que pronto se vuelva a la rutina.
Es cierto, mucha gente que supera la treintena ha perdido a alguno de sus seres queridos. Estos días en los que «se reúne la familia«, se hecha mucho más de menos la «silla vacía«.
A otros no les gusta la hipocresía de aparentar lo que no son, «una familia unida y feliz«. Es una imagen forzada y son días donde se pretende «juntar la pata con la oreja«, que dicen por estas tierras en las que vivo. Esas cenas familiares a las que ya se va predispuesto a ir «a la guerra», aunque se cante «Noche de paz«, y que transcurren entre indirectas, puyazos, cuando no terminan como el rosario de la Aurora. Hasta los programas de psicología e inteligencia emocional de la radio y prensa, enseñan los días previos a la Navidad estrategias… no para disfrutar de las fiestas, sino para salir airoso y sin conflictos de esas entrañables cenas familiares.
Para otros, los días de Navidad suponen un «acelerón» al ritmo estresante que ya llevamos: compras, compromisos… y no estamos para pisar más el acelerador, ni del ritmo, ni del gasto.
Alguien me decía que parece que en Navidad es obligatorio ser feliz y que no entiende por qué recibe felicitaciones de personas que luego no vuelve a tener noticias de ellas en todo el año. Quizás como es el tiempo de la felicidad, parece que estos días sirven para echar más en cara la «desgracia» a quien no es feliz.
En el Blog de un viejo amigo leí que en la Navidad hay siempre un momento de amargor, porque le recuerda algunas desilusiones y algunos «lo que puedo ser y no fue«.
Es posible que para mucha gente estos días no sean como describo, sino justo lo contrario: la familia se reúne, estamos más tiempo juntos, se disfruta más de los hijos y de la ilusión con la que viven.
A mí la Navidad me gusta, la de este año la he saboreado, quizás porque no soy demasiado exigente con ella y mi realismo me hace «no pedir peras al olmo«. Me gustan muchas cosas de la Navidad: su estética tan peculiar y única, los villancicos, la iluminación de las ciudades, me encanta ir a Córdoba en estos días, me gusta porque es el descanso del «primer tercio del partido»… y disfrutar más de la compañía de los míos. Quizás me gusta porque me recuerda a mi infancia y la ilusión con la que vivía aquellas navidades.
De un viejo amigo que gusta mucho una frase que decía y que se refería a estas fiestas y que resumen la ilusión que todo el mundo anhela: «es el tiempo para esperar lo imposible«.
Y a ti ¿Te gusta la Navidad?
Jesús Jarque García